Hoy les quiero contar cómo apasionado por las mascotas y la fotografia, voy a los parques de perros y les saco fotos para regalarles a sus dueños.
Cada vez que voy a un parque, me siento como si estuviera en un lugar lleno de historias. Los perros corren, saltan, juegan y, en su alegría, encuentro la esencia de lo que significa compartir la vida con ellos. Hay algo mágico en esos momentos: una mirada, un gesto, una sonrisa de complicidad entre el perro y su dueño. Esos detalles, esos instantes fugaces, son los que me inspiran a capturar lo que a veces pasa desapercibido, pero que tiene tanto valor.
Lo que para mí es más que un simple retrato, para los dueños de esas mascotas es un tesoro. Sé lo que significa tener un buen retrato con tu compañero de vida, porque ellos son más que animales, son familia.
Ver la sonrisa de un dueño al recibir la foto de su perro, ver cómo se emocionan al tener esa imagen que guarda para siempre la esencia de su amigo fiel, es lo que me gratifica profundamente.
Este es mi regalo para ellos: una imagen que capture el amor incondicional que nos dan nuestros perros. No es solo un trabajo, es una forma de devolver todo lo que estos seres maravillosos nos dan cada día. Para mí, cada foto es un reflejo del amor que existe entre los animales y sus humanos, y me llena de emoción saber que puedo ser parte de esos recuerdos.
Es mi manera de agradecerles, de inmortalizar lo que no tiene precio: esos momentos de felicidad pura que compartimos con nuestras mascotas.